Hay días en los que me burbujea el alfabeto:
Días,
en donde mi barba me acaricia
y se relame a contrapelo de mis labios.
Me dibuja, simple, concisa,
una sonrisa afable,
que le quita el aliento a los viajantes,
y le saca el peso a mis veintitantos años.
Días,
en los que cantar se hace preciso.
Y la bañera se hace una con el escenario.
Entonces naufrago en el mito de Narciso,
y espero...
con ojos bien abiertos
el sincero desengaño.
Esos días...
donde el humo del cigarro
se hace abrazo,
y mis besos, brillan juguetones,
salivando al mediodía como a un descanso tibio
con un chisporroteo manso.
A veces pasa, en esos días...
Me siento un navegante hermoso,
hecho de brisa...
que se zambulle al paso de las horas
con la alegría zigzagueante de una golondrina.
Y no le temo ni al pasado ni al hastío,
No me inquieta el ocaso.
No le huyo al frío.
Y mis manos se abren...
como pájaros de nido,
y vuelo libre entre el eco de mis pasos.
Esos días...
no son de Enero ni de Marzo...
son simples horas ofrendadas al destino...
en donde quemo a los extraños con el vino,
y le niego el pan a los fracasos...
Y sino entendió lo escrito, quizás escuchar esto ayude...
Estoy desayunando con mi gata en la falda. Me preparo para ir a trabajar. La mañana está fresca. Pintan bien las cosas. Llego hasta acá y, además de descubrir tus letras, me canta el Nano.
ResponderEliminarSi, a veces la vida nos regala mañanas fresquitas de marzo. Solo hay que saber saborearlas.
Malena: Gracias por convidarme a participar de tu tu desayuno entonces!
ResponderEliminarBienvenida!
No hay nada mejor que cantar bajo la ducha, Tano.
ResponderEliminarBesos :)
Flor: Solo una cosa. Cantar bajo la ducha imaginando que el Luna Park te escucha.
ResponderEliminarBesos.