domingo, 20 de febrero de 2011

Doncellas de sábado

Ellas caminan con pasos de taco alto.
Caminan con sangre en las suelas y se abren paso.
Bañadas en rimmel y en perfume dulzón y rancio,
coquetean con el olvido, y se ofrendan al descaro.

Ellas son amigas del pútrido Palermo,
teñido en Hollywood, asqueado en Soho,
lejos, muy lejos del Viejo.

Ellas sonríen con sonrisa de almanaque,
con mueca gastada, lánguida, berreta.
Sonríen al ojo imaginario, que seguro las acecha.

Ellas beben de la mueca burda.
De esa papeleta desecha que tienen por documento,
que poca prueba entrega de que son seres humanos.

Ellas beben...
Y se pierden, y se enredan,
hasta esculpirse en sombras que la noche les presta
para ocultar sus huecos y disimular sus pecas.

Salen a la caza de miradas que las peinen, que las mastiquen,
de otras miradas tan secas y pequeñas como las que ellas mismas visten.
Juegan en el ruidoso fango de los sábados.
Juegan el juego del silencio...
 y al ebrio descarado que las desnuda inadvertido,
lo miran con desprecio,
como si les debieran algo.

Ellas,
tristes,
vuelven a sus casas de cartón,
o de paja,
y se sinceran en las sabanas mientras las lagrimas les corren el rimmel.

Entonces ellas sueñan, con algún hombre de carne y no de estaño,
que quizás camine con algo mas que pasos.

Y entonces algún cuerpo cobarde, vuelve del baño o la cocina
y las desviste
 mientras ellas se tragan el llanto.

Las besan.

Las besa un labio ausente.
Les hincan el diente... como probando un bocado.
 Las penetra una lengua seca, amiga del alcohol y del cigarro.

Finalmente el orgasmo nunca llega,
 y el vacío les devela el desengaño.

Tendrán entonces que esperar a un nuevo sábado para calzarse las espuelas.
(No sea cosa que la soledad las mastique
 y el opaco roce del silencio les acaricie el destino).

Y mientras la semana se les pasa como un gato de vereda,
el espejo cada día les devuelve menos sueños.
Y el otoño, gota a gota,  las va callando.

Ellas,
las doncellas de sábado,  presas de su rimmel...

El vacío de Palermo, las destiñe... y lentamente...
de ellas...
solo queda el sonido de sus tacos apagados.

(Cuanto mas bellas son las mujeres de martes).


Y si no entendió lo escrito, quizás escuchar esto ayude.

6 comentarios:

  1. Esas mujeres en tu texto me entristecen a mi, un sábadomingo. Huecas y vacías. Mala mezcla.
    Beso.

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  2. Impresionante, Tano. Me dejás con pocas palabras!
    Conozco a esas chicas (y no todas se mueven por Palermo). Creo que si les enseñaran otra cosa, si tuvieran una voz sabia a su lado, tal vez no caerían rendidas y borrachas sobre cualquier cama.

    Pero los héroes ya no existen. O, mejor dicho, quedan pocos.

    Miles de besos!

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  3. Me faltó algo, una simple palabrita que describe lo que afloró en mi memoria al final del poema: desgarrador.

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  4. Lunita: Calcula que si el texto fue escrito un sabadomingo, algo bastante parecido andaba pasando por este barrio.

    Flor: Los heroes/heroas son como los bubaloo de manzana... algo muy simple pero muy dificil de encontrar.

    (A proposito si alguien pasa por un kiosco y encuentra bubaloo de manzana comprenme muchisimos que yo después sabré recompensar).

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  5. Pasaba por acá y encontré esta respuesta. Reparé en los paréntesis. Bubaloo!!!! ayer me compré uno de tutti fruti y caminé como 15 cuadras haciendo globos, teniendo 14 años, siendo casi feliz.
    Si te consigo Bubalúes (?) de manzana, pero en Rosario, qué onda, sirven?

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  6. Lunita: Depende, viste como es el tema del micro y las idas y vuelta, los bubalúes terminan casí siempre aplastados por el bajo cachete que a uno lo acompaña... Pero se puede probar! siempre se puede probar!

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