jueves, 24 de febrero de 2011

Acerca de los grises, los blancos y los negros...

Y es que no puedo.
Mis venas no me dejan.
La razón se me nubla,
las uñas se crispan.
las voces se me mezclan.
Aullan todos mis silencios.
Hasta mi saliva se sincera...
se pone espesa.

Los latidos, tibios,
como miel de abeja,
se me agolpan en el pecho...
Mis ojos pardos, se detienen en el asco,
o en el abismo frío del desengaño.
Y mis hombros se afilan, ritmo constante
de hombre que camina,
de cortos pasos de vereda sincera.
Y me incomodo en el fango de las apariencias,
y los grises se deshacen hasta quemarse...
derretirse
 en el fuego abierto,
en la llamarada humeante...

Y entonces en mi noche solo quedan
los blancos y los negros.
Sin sobremesa.

Y las verdades, no se callan...
se gritan... a los cuatro vientos.

Las apariencias se las dejo
a los que toman té en su pieza.
Yo soy hombre de crayón,
de manos extendidas al abrazo,
o puños batientes de corralón.

No me pidan amistades asesinas.
No me pidan sonrisas de ocasión.
Yo no puedo asomarme en la cornisa,
vistiéndome únicamente para cantar mi canción.

Y sino entendió lo escrito, quizás escuchar esto ayude...

4 comentarios:

  1. Escuchando el tema recordé que: detessssssssssssssssssssssto el protocolo. Soy lo menos protocolar del mundo y me molesta que otros supongan que lo conozco. El respeto está bien, porque no podemos llevarnos al otro por delante, pero... ¿protocolo? No me jodan!

    Besos Tano!

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  2. Flor: El protocolo me queda como un traje regalado.

    No se ajusta a mi persona.

    (Que bueno que alguien diga cuando escuché el tema, estaba empezando a pensar que nadie lo hacia)

    besos mujer!

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  3. Mmm... si... pero no se lo digamos a nadie... no quiero que los muchachos del barrio, mientras mascan su buba de manzana, me señalen diciendo... "ahí va el mascauva"

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