martes, 7 de febrero de 2012

Remake: Bon Vivant


Si desea levantarse a la mañana, cosa que es recomendable, hagalo de manera tal que las plantas de sus pies se aferren al suelo, haciendose uno con el planeta que lo sujeta. Nada de andar levitando sobre las asperezas.

De hacerse necesario desayune. Lo convencional es café, pero puede sorprenderse. Dese el recreo de algún té saborizado, y si se siente afortunado, hagase amigo del mate cocido.

Evite los diarios imperativos. Evite la tibieza del panico global. Si tiene un día soleado, simpatice con extraños malhumorados. Su buen talante puede y debe hacerse contagioso.

Si su amanecer es mas bien agitado, disfrute las delicias de la ironía y el sarcasmo. Tienen un efecto narcotico estimulante, pero ¡Cuidado y moderación, amigo mío! Nada peor que hacerse adicto.

Recluyase en actividades reproductivas. Digase a sí mismo "Quiero crecer hasta que mi pecho estalle". Luego tomese cinco minutos para enorgullecerse y continue mirando hacia adelante.

Llegada la hora del almuerzo, detengase. Comer y caminar son dos actividades que no se complementan, entienda esto.

Pasado el tiempo de la digestión, remplace la siesta de la tarde por cuatro cuestionamientos. Profundos. Que tengan base. Cerciorese que no sean caprichos o pucheros, sino Señores cuestionamientos, de esos que llevan corbata y traje.

Luego, escriba. Mas tarde, cante. Ni bien termine con eso, dese un baño para sacarse el enchastre de tinta y bolero. Si tiene ducha, detengase en la maravilla de dejarse estar. Sienta como los hilos de agua, masajean su cabeza hasta dejarla blanca.

Una vez seco, tirese en el barro para deshacer lo anterior.

Repita la ducha y su procedimiento.

De hacerse necesario cene. Prepárese a sí mismo una velada romantica. Vino tinto y un churrasco pueden ser grandes acompañantes.

Ni bien termine el festín, declárese a sí mismo un amor incondicional y salga a enfrentarse con la noche, como mas le guste. Desnúdese ante el ojo lunar y grite. Luego sienta verguenza por desnudarse. Inmediatamente arrepiéntase.

Antes de dormir, discuta. Sea impulsivo. Frenético. Contradígase. Cuando el momento sea oportuno, llegue a una conclusión imponderable.

Permanezca en silencio unos segundos.

Aproveche ese instante de vacio para enamorarse. Llore. Llore a gritos hasta arrancar de su pecho la desídia.


Agotese.


Entonces y solo entonces, sonría.


Usted ha vivido un día más.