domingo, 23 de diciembre de 2012

Lucky Strike



Se enciende.
Resquebraja el papel que lo envuelve. Se siente nuevo. Reluciente. Sus primeros humos bailan en el aire. Luce orgulloso, su condición de recién prendido.
Se consume lentamente, fagocitándose, preso de nerviosas pitadas de sobremesa. Va perdiendo altanería hasta convertirse en colilla.
Ya inútil  es arrastrado a su vil muerte de cenicero. Tumba del prensado laborioso, que con Nobleza, Picardo le supo dar.
O en el peor de los casos, es arrojado, aun en brasas, a una tumba de asfalto. Se deja consumir por un viento veraniego. Con estertores escupe sus últimos humos, envuelto en la parca soledad de quedarse sin destino.
Fue cigarro arropado junto a 9 compañeros, en papel metalizado y box de colección. Recuerda melancólico ese noble pasado. Extraña aquel viejo confort.
Es pateado por extraños, ajenos a su frágil estado. Supo ser deseo de labios, y hoy no soporta ser objeto en extinción.

Finalmente es barrido por los dientes frios de un escobillón.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

A tus ordenes


Abrazame
Arropame, conteneme, desbordame, agrupame, sosegame, cegame.
Celame. Callame.

...

Bueno, está bien, dejame hablarte.
Suspirame... si. Acá. En el cuello. Suspirame.
Llorame ahí.
Si, en el cuello...
No te rías... en el cuello llorame.
Que tu lagrima me pinte de sorpresa. Dibujame.
Sonreime.
Si... Que lindo... así... abiertamente sonreime.
Tapame. Tapame fuerte de la noche. Ahogame entre sábanas y besos...
...
Y claro... besame.
Besame en la boca, en el cachete, en los hombros, en los ojos.
Paladeame como a un hueso.
Estrujame, retorceme.
Apretame.

Bueno, basta... ahora soltame.

Llename de cosquillas.
¿Cosquilleame?
Jugá conmigo. Jugame un tango, un vals, un bolero.
Damelo entero.
Si, con rima.
Bueno, dale.
Recitame.
No, un verso no. A mi. A mi recitame.
Cantame, como a un pajaro en su nido, una canción de siesta.
Cantame una tormenta de medianoche.
Cantame un arrorró.

Pero en silencio.

Ahora, mirame.

Dios... ¡que vértigo!.
¡Que vértigo tus ojos! y la noche.
Que vértigo tus besos, tus locuras, tus reproches.
¿Otra vez con rima?
Bueno, dale.
Juguemos, juguemos a que nos conocemos.
Juguemos a vos y a mi.
Juguemos a nosotros.

A ese misterio que deja cada punto cuando se hace suspensivo.

Vivamos ahí, en el intento.
Entre paréntesis.
 Vos, yo y los otros.

(  . . . )




.


martes, 18 de diciembre de 2012

La hoja en blanco... (Los actores y la tiza)


Ella,
la hoja en blanco,
me galopa como un perro furibundo.
Me demanda sangre, aire, recreos, cigarros.
La miro, impoluta, estéril,
bañada de silencio. Vestida de reclamos.

Ella, la hoja en blanco, espera.
Espera la desidia de mi tinta que la esquiva.
Espera por mi musa.
Por mi inspiración, respira.

Aguarda somnolienta por el repiquetear del teclado.

Y yo camino.
Camino por la noche como un lobo. Vacío los relojes de sentido.
Deshago las palabras, las entrego como flores,
como agujas,
a los pasantes que me miran dormidos.

Entrego palabras, como cachetazos a los desconocidos.
Y me hago preso de mi mismo.
De mi timidez oculta.
Bañado en el fuego sumiso del desconfío.
Ardo.
Vomito letras sin motivo.
Me hago sumiso a los suspiros.
Me entrego.
Me miro.
Resisto.

Busco actores que encarnen el desafío.
Ellos, con su miel espesa,
esa que solo ellos emanan,
lamen las heridas,
cargan el fuego conmigo.
Arden ellos también.
Y se desangran...

Dejan la vida, por el juego de las palmas.
Esas, que cada tanto bailan el vals del desatino.

Y entonces miro...

La hoja en blanco ha quedado desvirgada.
Presa de tinta.
Impresa con el sudor de sus almas.
Esas almas
 que solo saben de sonrisas a la hora del aplauso.
Esas almas
que dibujan en un jardín de tiza cada hora calendario.

Las nuestras...
que ocultan en cada abrazo, el grito solitario de la vida.

Esa vida...
que cada día
se hace hoja en blanco.

lunes, 22 de octubre de 2012

Aferrarse a la vida


Hay un hombre en el pasaje San Ignacio.
Un hombre manso, con los ojos astillados por el tiempo.
Ojos verdes, como en descanso, y un par de anteojos envolviendo sus lamentos.
Lleva consigo una bolsa de mercado.
Retazos, papeletas, diarios viejos.
Los reparte como trozos de pasado a los pasantes que lo miran con recelo.

Hay un hombre por la calle Carlos Calvo.
Calvo, como la calle misma.
De hombros hundidos,un par de llagas, y un rubor turbio maquillando sus mejillas.
Ha adoptado la costumbre de abstenerse al sosegado paso de los días.
Se dedica con recelo a resolver el misterio de su colección:
Fotos antiguas.
Trata de encontrar en Buenos Aires, el rincón oculto en la sombra del retrato.
Lo encuentre o no,
encuentra vida.

Hay momentos en los que el paso de los años nos vacía.
Nos deja huecos. añejos. Tocados.
Amamantados por la hiel de la desidia.
Entonces pende de un hilo muy delgado
cada hora, cada beso, cada día.

Cuando el hueco que deja el calendario,
nos derrumba, nos segrega, nos domina...
Solo una meta...
por efímera que sea...
solo un objeto, por pequeño que se vea...

Es suficiente.

Entonces valen los secretos.
Entonces huele el mediodía.
Sangran los sonetos...
Bailan los almuerzos...
Cantan de alegría.

Solo una meta...
Solo un objeto...

Salvan tu vida.



martes, 7 de febrero de 2012

Remake: Bon Vivant


Si desea levantarse a la mañana, cosa que es recomendable, hagalo de manera tal que las plantas de sus pies se aferren al suelo, haciendose uno con el planeta que lo sujeta. Nada de andar levitando sobre las asperezas.

De hacerse necesario desayune. Lo convencional es café, pero puede sorprenderse. Dese el recreo de algún té saborizado, y si se siente afortunado, hagase amigo del mate cocido.

Evite los diarios imperativos. Evite la tibieza del panico global. Si tiene un día soleado, simpatice con extraños malhumorados. Su buen talante puede y debe hacerse contagioso.

Si su amanecer es mas bien agitado, disfrute las delicias de la ironía y el sarcasmo. Tienen un efecto narcotico estimulante, pero ¡Cuidado y moderación, amigo mío! Nada peor que hacerse adicto.

Recluyase en actividades reproductivas. Digase a sí mismo "Quiero crecer hasta que mi pecho estalle". Luego tomese cinco minutos para enorgullecerse y continue mirando hacia adelante.

Llegada la hora del almuerzo, detengase. Comer y caminar son dos actividades que no se complementan, entienda esto.

Pasado el tiempo de la digestión, remplace la siesta de la tarde por cuatro cuestionamientos. Profundos. Que tengan base. Cerciorese que no sean caprichos o pucheros, sino Señores cuestionamientos, de esos que llevan corbata y traje.

Luego, escriba. Mas tarde, cante. Ni bien termine con eso, dese un baño para sacarse el enchastre de tinta y bolero. Si tiene ducha, detengase en la maravilla de dejarse estar. Sienta como los hilos de agua, masajean su cabeza hasta dejarla blanca.

Una vez seco, tirese en el barro para deshacer lo anterior.

Repita la ducha y su procedimiento.

De hacerse necesario cene. Prepárese a sí mismo una velada romantica. Vino tinto y un churrasco pueden ser grandes acompañantes.

Ni bien termine el festín, declárese a sí mismo un amor incondicional y salga a enfrentarse con la noche, como mas le guste. Desnúdese ante el ojo lunar y grite. Luego sienta verguenza por desnudarse. Inmediatamente arrepiéntase.

Antes de dormir, discuta. Sea impulsivo. Frenético. Contradígase. Cuando el momento sea oportuno, llegue a una conclusión imponderable.

Permanezca en silencio unos segundos.

Aproveche ese instante de vacio para enamorarse. Llore. Llore a gritos hasta arrancar de su pecho la desídia.


Agotese.


Entonces y solo entonces, sonría.


Usted ha vivido un día más.