lunes, 5 de diciembre de 2011

El hombre del cinturón de cuerina

Los héroes, esos que enceguecen refulgentes detrás de las marquesinas de los cines o recatan vidas encerrados en algún recuadro de historieta, rara vez se componen con rasgos de descuido. Son más bien héroes de caminar resplandeciente, mandíbula batiente, peinado ergonómico y hombros rebosantes de espíritu. Hay algunos, quizás los mas recientes, con algún rasgo descuidado. Estos tienen, cuando mucho, una barba de 3 días prolijamente acomodada que intenta hacerlos mas humanos. Pero por lo general, brillan estoicos, sin el polvo de las contradicciones embarrandoles la cara. 
Parecieran nunca dudar ante el más mínimo peligro. Se lanzan marcándole la z del zorro al desafío y vencen a sus enemigos sin que por un segundo se les despeine la mirada.
Pero no hay héroes de capa y espada caminando por Corrientes y Florida. Ni en las plazas o los bares. No abundan los Supermanes. Hay, eso si, Clark Kents en enormes cantidades.

En alguna calle irresuelta, en algún rincón perdido de un paisaje argentino que a veces encuentra sus parecidos con el far west, Está el.
El es un héroe. No de historieta, ni de película. Pero un héroe. Hace no mucho tiempo era uno más de los humanos. Hace no mucho tiempo era apenas un hombre de ojos quebradizos, con muchos kilos y varios años abrazándole su cinto de cuerina. Con unas cuantas decepciones prolijamente acomodadas junto a la Bic azul y la calculadora de bolsillo, únicas armas para combatir la injusticia de un balance negativo que le desacomode el tedio de sus jueves al mediodía. No había archienemigos, ni kriptonita. Solo una mochila algo gastada y un gusto seco, amargo en su saliva, que se le patinaba por las comisuras. Sabia de sus idas de pasivo viaje en colectivo. Sabia de sus vueltas, a veces de a pie, para refrescarse un poco el alma. Sabia de eso… y poco mas.
Se había acomodado en ese rincón de la oficina, que no le daba otra cosa más que sustento y sueño. Se dedicaba entonces a esperar. Esperar algún feriado, huelga o franco, que le permitiera un poco mas de siesta. Un poco menos de escarnio.
A veces, solo a veces, se permitía, como un lujo veraniego, una vuelta en taxi algunos viernes. Pero no para ahorrar tiempo. No, tampoco para tener asiento. Simplemente porque el aire de los viernes es distinto, es un aire florido, de atardecer brillante. Pleno de incertidumbre y eléctricos sonidos que le llenaban de vida la sangre. Entonces le pedía al tachero bajar la ventanilla, asomaba la cabeza y se dejaba despeinar.
Su cuerpo no tardaría mucho más tiempo en cobrarle la quietud.
Un día, vaya uno a saber cuando, se despertó temblando. El temblor no se apagó. Se fue empeorando. No podía ni siquiera agarrar firmemente su taza de desayuno. Respiraba una y mil veces para escribir con su Bic el balance de los jueves. Comía a escondidas de los compañeros de trabajo. Por las noches pasaba horas mirandose las manos. Rogaba por un segundo de calma, de quietud. De entereza.
El médico le diagnosticó Parkinson.
El, obediente, escuchó las instrucciones correspondientes, y silencioso, se fue del consultorio, con pasos temblorosos y pesados.
Caminó, entonces. Caminó por las calles de Belgrano, hasta que Belgrano se hizo Palermo y Palermo se hizo Almagro. Llegó a su casa. No la vió. Siguió caminando. Quería hacerse amigo de ese aire eléctrico de viernes. Corrió entonces. Corrió hasta que las piernas se le vencieron. Siguió corriendo. 
Ese lunes no fue al trabajo. El martes su escritorio lo siguió esperando.

La leyenda cuenta que él, el hombre de la Bic en el bolsillo, el cinturón de cuerina, los años y los kilos, gastó sus ahorros de tantos años de quietud, en una moto que lo lleva sin rumbo por las rutas y los caminos. La mano le tiembla y el se aferra con mas fuerza al manubrio. El viento lo despeina y es siempre viernes.
El es un héroe. No de historieta. Ni de Película. Pero un héroe. Y es que con tanto enmascarado rescatando inocentes desde las marquesinas, el hombre del cinturón de cuerina ha decidido la máxima epopeya. Rescatar su propia vida. 

jueves, 11 de agosto de 2011

El último minuto

El minuto pastoso
aletargado...
abrazado a la pegajosa rutina cilindrica.
No se da por vencido y se aferra
al nido mal parido desde donde viene.

Está enquistado en una cuenta regresiva
perpetua.
Simetrica.
Esclava.
Aseptica.

El último minuto.
Rebelde Mohicano que no suelta a su presa,
el paciente impaciente, que de impacientarse, apaciguado, se exaspera.

Harto, rebufa segundos, que se clavan en sus suelas como bosta de bufalo...
Segundos...
con gusto a ojera de abuela

Témpano, el reloj se congela...
regresa sus pasos... juega con su paciencia, la pone a prueba.

Sueña entonces con desnudarse ahí mismo y correr por la calle,
lleno de frio, calor, sudor y hasta verguenza,
pero con la sangre brotando en cada latido,
con el sudor manchando sus bramidos.
Sueña con una canción.
Sueña con un viento o un escalofrio.

Sueña con el momento en donde el tiempo recobra su sentido...
y no es solo una espera muerta.

viernes, 5 de agosto de 2011

De camisas cerradas y puños zurcidos

Sus hombros anidan en su espalda. Estridentes. Sus dedos finos, de escarcha sumisa, picotean el teclado, pidiendo permiso.

El dice "perdón". Dice "gracias".

No le hace caso a la moda, fetiche del inconformismo, que dicta que al mundo hay que pisotearlo para que el camino nos lleve en andas.

No se resigna a hartarse, ni a endurecer la mirada. Mantiene, detrás de sus envidriadas gafas, los ojos de un nene que mira confundido los ombligos de los grandes que no bajan la mirada.

Esto, a los gordos hombres de ceño fruncido, les molesta, se atragantan. Les hace ruido. Quizás vean en el algo de aquello que alguna vez llamaron a retiro. Una lágrima envuelta en un agrio sonido, carraspeo... sordina y a presagiar el olvido.
Quizás sea que el miedo a ser miedosos les de miedo de si mismos.

Yo, desde mis ojos testigos... simplemente lo admiro.

lunes, 18 de julio de 2011

Remake: Quimera

El no pudo. El tiene como epicentro de su día llenarse la panza con lo que caiga en suerte. El no puede. Tiene como único mandato la sobrevida, apagar el incendio voraz de su estomago. Saciarse de segundos, resistir como se pueda.

Seguir vivo, para el, es todo su mundo. Eso lo vuelve vulnerable, dócil, obediente. Lo transforma en un mudo ciego en su sordera. O bien lo convierte en depredador sediento de desprevenidos y carteras. Pero el no puede.

En cambio usted, burgués de pelo medio, que sacia ingravidez con ligereza, ud. que se acobarda en su sillón y su zapping taciturno; usted si que es cosa seria.

Deja pasar los minutos como taxis, se preocupa ostensiblemente por nimiedades no resueltas. Usted, mantenido a costa del desasosiego de unos cuantos, decide sin vergüenza, que nada vale la pena. Usted elige dejar en blanco los lienzos, denostar las bibliotecas y se abandona a su reposo manso y silencioso sin dejarle nada nuevo a quien le rodea.

Usted, teniendo la grandiosa libertad que le da el tener unas cuantas cosas resueltas, puede leer hasta vomitar colores nuevos, puede crear hasta derrumbarse en algo nuevo. Usted si quiere, con su libertad de panza llena, puede ser música que tiña de ocre los lamentos, puede ser cuerpo para historias sin forma que esperan ser escuchadas para enardecer oídos e inculcar quimeras.

Pero usted no quiere. Usted se niega. Usted prefiere su sillón mullido. Usted elige no saber ni darse cuenta. Usted decide tomar del biberón del olvido y dejarle a otros la tarea.

Usted, burgués de medio pelo, es un necio. Usted derrocha oxigeno. Ocupa lugar. Usted es un turista de la vida. Debería pedir permiso y asumirse parasito. Pero no. Y es esto lo mas grave. Usted todavia se cree necesario. Mira despectivo a quien tiene el atrevimiento de hacer algo. Critica con tono monocorde al pintor y al artesano. Tilda de loco al músico. Se mofa del actor, lo llama "vago".

Dese cuenta. Su triste historia es contada en los teatros. Su tibio drama se hace canción. Se hacen pinturas todos los días con su rostro cabizbajo. Todo esto para tratar de despertarlo.

Lo estamos esperando. Y esa es la mas grande de nuestras quimeras.

miércoles, 13 de julio de 2011

Sobre Fito... mi articulo psicópata y otras yerbas.

Creo que los que estamos en la vereda opuesta al Macrismo tenemos que hacer una profunda autocrítica. (Por sobre todas las cosas los que militamos en el FPV).
El electorado porteño esta atrofiado. Elige cualquier cosa porque no puede ver mas allá de su TN. Pero es esta ciudad la que queremos gobernar. Esta ciudad, con sus votantes barrilete a la que queremos sumar al proyecto nacional. Y es también a esos votantes barrilete a los que queremos convencer.

Saldada esta autocrítica y pensando en como encarar esta tarea que de aquí en mas nos toca, pienso que también es importante ponerle el punto a algunas ies. Y más allá de que puede no gustarle a todo el mundo que la bronca de quienes estamos convencidos del país que queremos y del proyecto de país que lidera Cristina, salte a tal punto de transformarnos en algo así como unos absolutistas psicópatas, no es ni más ni menos que lo que nos toca escuchar todos los días a los que estamos de este lado de la vereda en infinita cantidad de medios de información
"Militantes ULTRA K", "La soberbia de Cristina" "Esa yegua" "Ustedes están por el pancho y la coca" "Zurditos" "cabecitas" y demás epítetos que se repiten en la calle y mas adornadamente por plumas como la de Beatriz Sarlo, por dar un ejemplo.
Nuestra bronca, nuestro desconsuelo, es entendible. ¿Criticable? Puede ser. Tan criticable como que Pino en medio de la veda electoral mientras se dirige a votar, se despache con insultos hacia la presidenta, Filmus, Tomada, etc. Tan criticable como un Jefe de Gobierno que desliga todas y cada una de sus responsabilidades en "esa señora". Tan criticable como los editoriales diarios de Vaan Der Kooy, Lanata,etc. Tan criticable como que Clarín titule un homenaje en el Palais de Glace a Kirchner como "Un homenaje al autoritarismo". Tan criticable como que la revista Noticias diga que "Cristina es bipolar y está bajo tratamiento psiquiatrico, y así no puede gobernar." Tan criticable como que Pino Solanas diga que "la reelección de Urtubey se debe a que los votantes de esa provincia tienen muy poco nivel cultural"
...
...
¿Tan criticable?

Lo que pasa acá, es que quizás algunos (No digas estúpidos, Tano... no digas estúpidos) ... votantes, están tan acostumbrados a este nivel de agresión que lo toman como cotidiano y hasta lo repiten sin medir lo que generan en aquellos a los que les duele, los enoja, los lastima, tanta injuria barata, tanto derroche de mentira. No escucho las voces de mas de un repetidor de zapping y voces de la calle, enarbolarse contra el respeto por las instituciones, el prójimo y demás en esas ocasiones.
Claro, como esas ocasiones son tan cotidianas, gastarían demasiada saliva.

Pero no pido entonces a esos votantes, que gasten saliva en defendernos cuando eso suceda. Les pido únicamente que esa saliva la gasten en cerrar bien el sobre de votación, si el 31 lo votan a Macri o votan en blanco. No sea cosa que se vea lo que le están haciendo a la ciudad en la que viven.

Vayan a cantarle a Fito

Esta es la columna de Fito Páez que salió publicada ayer en la contratapa de Página/12.
Nunca Buenos Aires estuvo menos misteriosa que hoy. Nunca estuvo más lejos de ser esa ciudad deseada por todos. Hoy hecha un estropajo, convertida en una feria de globos que vende libros igual que hamburguesas, la mitad de sus habitantes vuelve a celebrar su fiesta de pequeñas conveniencias. A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa. A la mitad de los porteños le encanta aparentar más que ser. No porque no puedan. Es que no quieren ser. Y lo que esa mitad está siendo o en lo que se está transformando, cada vez con más vehemencia desde hace unas décadas, repugna. Hablo por la aplastante mayoría macrista que se impuso con el límpido voto republicano, que hoy probablemente se esconda bajo algún disfraz progresista, como lo hicieron los que “no votaron a Menem la segunda vez”, por la vergüenza que implica saberse mezquinos.
Aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos porque “a la gente le gusta divertirse”, asistir a cualquier evento público a cambio de aparecer en una fotografía en revistas de ¿moda?, sentirse molesto ante cualquier idea ligada a los derechos humanos, casi como si se hablara de “lo que no se puede nombrar” o pasar el día tuiteando estupideces que no le interesan a nadie. Mirar para otro lado si es necesario y afecta los intereses morales y económicos del jefe de la tribu y siempre, siempre hacer caso a lo que mandan Dios y las buenas costumbres.
Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo. Es difícil de diagnosticarse algo tan pesado. Pero por el momento no cabe otra. Dícese así: “Repulsión por la mitad de una ciudad que supo ser maravillosa con gente maravillosa”, “efecto de decepción profunda ante la necedad general de una ciudad que supo ser modelo de casa y vanguardia en el mundo entero”, “acceso de risa histérica que aniquila el humor y conduce a la sicosis”, “efecto manicomio”. Siento que el cuerpo celeste de la ciudad se retuerce en arcadas al ver a toda esta jauría de ineptos e incapaces llevar por sus calles una corona de oro, que hoy les corresponde por el voto popular pero que no está hecha a su medida.
No quiero eufemismos.
Buenos Aires quiere un gobierno de derechas. Pero de derechas con paperas. Simplones escondiéndose detrás de la máscara siniestra de las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país. Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing. Eso es lo que la mitad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quiere para sí misma.
* Vecino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

lunes, 11 de julio de 2011

Es la urna, estúpido.

(Dedicado especialmente a los no interesados en la política o a los militantes de izquierda de distintos partidos de porcentajes bajos o no tan bajos).

Hay una realidad cruda. Nauseabunda. Hay un grillete patético. Una matemática incontrastable que indica que cuando un tipo mete 20 puntos de diferencia en una primera vuelta con el segundo candidato en un ballotage, el segundo tiene que convencer al 80% de los votantes que no optaron por el, para remontar esa diferencia. Un numero casi inmanejable. Un vomitivo cachetazo a los que hemos estado militando en esta ciudad primero convencidos de nuestras ideas y segundo, convencidos de que el desgobierno de un zaparrastroso neo-liberal como Mauricio Macri arrastraba una gestión tan deleznable que si o si tendría que haber perdido votos con respecto a su elección anterior.
La realidad de la matemática indica que esta es una batalla prácticamente perdida.
Justamente entonces no quiero hablarle a la matemática masa sino a una persona. No se quien es esa persona. No se que la moviliza en la vida. Cuales son sus pasiones. Cuales son sus convicciones.
Solo se cuales son mis convicciones. Mis pasiones. Se que tengo convicciones y pasiones.
Apelo entonces desde mi convicción pasional y te digo a vos, votante de otra fuerza política o persona desinteresada en la política que cree que su vida no se ve modificada por el resultado de una elección.
Cuando vayas el 31 de Julio te vas a encontrar con dos boletas.
Cualquier cosa que hagas que no sea poner una boleta de de Filmus en tu sobre te transforma en un absoluto y total estúpido.
Y vos dirás - ¿Que me importa a mí que un salame que tiene un blog en algún lado y que se la pasa escribiendo historias pseudo melancolicas, piense que yo  soy un estupido?-
Y probablemente tendrás razón. Después de todo, en el día de ayer y según mi óptica, 829.829 estúpidos votaron una estupidez. Y mas de un purista militante de mi partido pensará - El tano es un estúpido, no puede decir que los votantes son estúpidos.- Pues bien, yo no soy un militante de estrategia política, no milito con la cabeza primero y las viseras después ni tengo ningún tipo de intención de llegar a ningún cargo por pequeño que fuere. Y esto me da una enorme libertad.
Puedo entonces ser fiel pura y exclusivamente a mis viseras y decirles a todos los que el 31 quieran votar en blanco, a todos los que quieran impugnar su voto, a todos los que piensen que es la reforma agraria o la nada, a todos los militantes de partidos chicos que ayer se alegraron por "la derrota K", y por sobre todas las cosas, a todos los que ayer estaban mas preocupados por si Messi juega de enganche o de falso nueve en el partido contra Costa Rica, a todos ustedes puedo decirles:

Estúpidos: Si el 31 de Julio no votan a Filmus, están votando el desmantelamiento de la cultura en la ciudad de Buenos Aires. Están votando escuelas destruidas, tercerización a empresas amigas de responsabilidades del estado, infraestructura barata y provisoria tapabache. Estas votando mentiras. Estas votando globos de colores.
Y por sobre todas las cosas estás votando estupidez. Estás eligiendo que se te caguen de risa en la cara mientras vos te dedicás a tratar de sobrevivir en la jungla de cemento. Estás votando que te pongan un chupete en la boca y te digan "ajó ajó". Y mientras vos te creés que no cambia nada, estás permitiendo que te cojan de parado.
Porque, y si vas a creerme algo de todo esto que escribo creeme esto, hace cuatro años que te están cogiendo de parado en la Ciudad de Buenos Aires y vos estas sonriendo como un pelotudo pensando que nada cambia. Y vos podés no darte cuenta, y mientras escuchas música en tu I-POD tratando de abstraerte de la realidad cotidiana o te ponés a ver culos en Tinelli rogando que a una se le escape una teta para olvidarte de como te forrean en el laburo, pensás -Acá nada cambia- , te están cogiendo.
No te dejés convencer tampoco por esto que escribo, simplemente dedicate dos segundos a averiguar las cosas que hizo Macri (Y las que no hizo) en estos cuatro años de gobierno. Dedicate dos segundos. Dame a mi, un militante "K" (que seguramente por el hecho de ser "militante" y "K" te lleno de prejuicios) el beneficio de la duda, y averigua dos segundos, si no te estarán cogiendo y vos no te estás dando cuenta.

Hacelo... o no lo hagas. Y el 31 andá a la urna y hace lo que te plazca. Votá a Macri, o en blanco, pensando, -Que carajo me importa lo que diga un boludo desde un blog, yo hago lo que quiero.- Y entonces, cuando metas tu sobre en la urna, sonreí...
Sonreí con la sonrisa mas estúpida que te nazca. Porque a partir de ese momento, te lo reafirmo, te recibiste de estúpido. Y la estupidez es el mejor amigo de la miseria humana.

miércoles, 6 de julio de 2011

Seria fantástico...

 ...que todo volará por los aires y no quedaran mas que pedazos del invierno, sueltos, desperdigados por entre las calles que velarían por sus restos.

Y que la lógica careciera de objetivo, que todos le besáramos vocablos a los extraños y a los entrometidos.

Sería bello, casi prosaico, que no tuviéramos que ordenar nuestros sentidos, que pudiéramos traicionarlos, como se burla la desnudez del frío.

Sería hermoso, casi definitivo, que no tuvieramos horario, y que la transoche fuera la hora calendario en la que los amantes se dedican a si mismos. Y entonces los besos olerían a mediodía y el sexo sería casi un destino.

Sería brillante, casi preciso, que no tuviera que pensar como escribo esto que quiero decirte, que quizas es simplemente que me siento preso de mi mismo, o esclavo de esta palabra, que no tiene un peso preciso pero cuyo sonido se hace callo en la garganta, se hace mueca que me espanta, un abrazo fueguino.

TIEMPO.

lunes, 27 de junio de 2011

Teniendo en cuenta...

...que el hombre duerme. Camina. Se desviste.
Rie. Calla. Persiste.
Tomando en cuenta que siente mas allá de lo tangible.
Que es niño. Juega y se resiste.
Teniendo en cuenta que se debate entre sus sueños y hacer lo posible.

Recordando que también erra.

Que llora su batalla.

Que sonrie.

Tomando por sentado que se agota y renace.
Que pinta, colorea...
Sangra y se deshace.

Sabiendo que respira. Palpita.
Sangra.
Mastica.

Recordando que sabe mas de derrotas que de aciertos.
Que pelea por sus certezas.
Que se confunde.
Que es incorrecto.

Me pongo las medias...
Me calzo mis espuelas de vaquero imaginario...
Y aunque cansado,
salgo a la calle.

jueves, 23 de junio de 2011

Sombra de una palmada

Quizas parece que el tiempo es la mayor de las distancias. Suponen los terrestres que alcanza con dejar gotear las horas y ver caer la lluvia y entonces las ausencias se ablandan.

Pero no es cierto. El tiempo late en el eco que mancha de tinta la palabra. El tiempo, lentamente desgarra. Pudre la carne. Se vuelve ojera. El tiempo no alcanza.

Un puñal se clava. Un puñal pintado de silencio. Un ardor que sube por la garganta.

Y en la calle la lluvia empapa de recuerdo. La voz se agrieta. La noche naufraga.

El tiempo no cura la herida del barro. Las horas no gastan la desilusión.

El abrazo vacio no corre con ventajas. El amor no nace ni se vuelve canción.

El olvido no corroe la bronca ni la palmada. La tiza no es mia. Ni dibujo hoy.

No hay ganas. No hay espera. No hay sonido.

No va a haber olvido que apague tu traición.


A todos los que dejan mensajes del tipo "en que andás, espero leerte pronto" Ando medio perdido entre partos familiares y dislates invernales. Igualmente los leo y sus oraciones se sienten como un pequeño y digital abrazo.
Otro para ustedes, compañeros ratones de teclado.
El tano

domingo, 8 de mayo de 2011

El tibio y su esquina

Tomaba de a sorbos su café y miraba por la ventana, escapándose de la velada con airoso silencio.
Se daba descanso en un soponcio ausente. Jugaba a callar su desconfío y arremetía un opaco asentimiento ocultando el fuego de su codicia bajo una mascara descascarada de modestia:

El, un hombre manso, de modales correctos y palabras certeras, sobrevivía las conversaciones con sutil prestancia. Nunca arriesgaba una condena. En el fragor de cada batalla cotidiana, elegía evitar las asperezas. 

Así fue como un día, su cuerpo en descanso, se vio sorprendido por una pasión. En un principio, quiso domarla y la encausó con frases hechas y corbatas de ocasión. 

Pero la sangre, fiel condena del escarnio, jugó con sus horarios y le burbujeó su espesura.

Entonces el tibio, con su agenda despeinada, quiso bancar la parada y decidió una postura. Sin compromiso ni holgura, evito desangrarse y levitó su razón en fresca postura desinteresada.

La pasión entonces le largó una carcajada y nunca mas volvió.

Allí pasa las horas el pobre tibio, en una esquina desmadrada, 
como un paria desdentado, 
como una caña sin carnada, 
soñando con que algún día haga uso de su horario
 una canción que lo saque del calvario.
Envuelto en un silencio que lo llama 
a nunca mas desoír su corazón.

Y sino entendió lo escrito...  

jueves, 5 de mayo de 2011

Cosas que pasan

Una noche puede pasarte que las estrellas brillen un poco mas que de costumbre.
Puede pasarte que estés lejos, con la mirada en silencio y las manos agotadas goteando tristeza por entre los dedos. 
Y recuerdes un beso, un olor; un amor apagado. 
Puede pasarte que tus codos se arruguen buscando un abrazo. 
Y entonces recuerdes dormir a su lado, sentir su aliento tibio galopandote en la nuca.  Sus manos jugueteando en tu pecho y  su risa endulzando tu luna.

Puede pasarte que no recuerdes lo malo y simplemente elijas aquel verano cuando creíste que el mundo era un lugar sencillo. Tu calle era una victoria y tus pasos eran mas livianos. 

Puede pasarte que recuerdes solo sus risas juguetonas y sus besos almibarados.

 Puede pasarte que no entiendas el porque, ni el como, ni el cuando.

Entonces querrás gritarle al mundo su estafa pero la voz no te alcanzará para tanto. Apenas te quedaran migajas de aliento para soplarte el desencanto. 
Y entonces el gusto de la resignación va a saber amargo. 
Entonces un sonido noctambulo te dirá un secreto triste. Y vas a abrazarte a vos mismo. Y las lagrimas te patinarán los labios. Te dolerá el vientre, pero no tendrás mas ganas de seguir gritando. 
Te dejarás caer en la almohada, acariciándote el pelo, sabiendo que mañana seguirás viviendo y quizás el mundo no te espere con un canto alegre, pero vas a saber cantar.

Y vas a seguir cantando.

viernes, 29 de abril de 2011

Desandar el camino

En modesto homenaje al Negro Dolina


Dicese que en el porteño barrio de Parque Chas, las calles suelen encontrarse consigo mismas. Rotondas perpetuas que en un espiral huracanado, absorben y obnubilan a todo aquel que ose caminarlas. Uno puede pasear por estas cuadras desesperanzadas y llegar a la esquina de Londres y Londres... así también si camina por la calle Berlín. En algún momento, Berlín se cruzará consigo misma.

Con esa esperanza comenzó un día Danilo a caminar en circulos. Entrando por Marsella, se sumergió en la rotonda Berlinesca, con la idea fija de reencontrarse consigo mismo. De advertirle a su pasado para que no cometa las equivocaciones que el cometió. Salvarse así de las garras crueles de mas de una mujer que lo había atravesado. Aconsejaría Danilo a su pasado, dejar el trabajo. Dedicarse a pintar, como siempre quiso. Se advertiría a sí mismo de aquellos amigos que en realidad el tiempo demostró que no lo eran tanto. 
Perpetuó entonces Danilo, sus pasos en las baldosas agrietadas hasta mezclarse entre las diagonales. Sus huesos se hundieron hasta soldarse mientras el sonido apagado de las estaciones le peinaba la mirada. Arrastró su cuerpo de hombre aprisionado entre el diluvio otoñal y el arácnido verano. No tardaron los vecinos en transformarlo en una mas de las leyendas del barrio. Conoció Danilo, uso y horario de cada uno de los habitantes de Parque Chas. Caminó en círculos, con la esperanza ciega de deshacer su historia hasta el comienzo. Para luego rehacerla, claro está.

Cayó en la cuenta, luego de un tiempo de camino circulado, que el amanecer, empezó a atardecerse. Vió a la luna rehacerse hasta mostrar su cara oscura. Así también, maravillado, sintió al suelo llover, empapando sus talones, y a las gotas subir, hasta embarazar las nubes. Los trotadores gimnastas de la mañana, daban sus zancadas en franco retroceso. El viento succionaba, empujando sus pasos en silencio. 

Finalmente una mañana ( o una tarde, quien sabe) a lo lejos, bordeando la esquina de Berlín y Berlín, se encontró Danilo con su Danilo pasado. Se acercó. 
Danilo pretérito, lo miró con el respeto que los ancianos se merecen.

Danilo caminante, sin pensarlo demasiado, le dijo... 

No mires nunca para atrás.

Y así, Danilo, nunca volvió a Parque Chas.

Y sino entendió lo escrito...

lunes, 25 de abril de 2011

Sonata del silencio

En este mundo ungido en la sordina. Envuelto en un piano ausente que aúlla su melancolía mientras los transeúntes se despejan los problemas de la frente. En este pasillo de ruidos ajenos, de súplica inútil, de proyectos erguidos a fuerza de contraer las venas...

Solo el silencio se sincera ante tanto pudor arremetido.
Es el silencio, ese déspota amigo que acecha en las faldas de los desconocidos...
El silencio diletante, bañado en pasado, patinado en el frío de todo lo dicho.

El silencio.
Esa invitación constante al impulso desmedido, a la carne sumisa por el sudor comedido.

El silencio.
Su desafío.

Su envoltura cobriza, que regala pretéritos a los desconfíos
y caminos vacíos...
Los tuyos...
Los míos.

Los de todos los que callan, no por temor u obediencia, sino por perderle la paciencia a la forma pre hecha. A las frases que acechan el confort del abrigo.

Por tu silencio, que me llena de letras que no tienen ruido.
Por el mio, que regala invitaciones, suicidios, camas desechas.

Por el misterio que es la brecha de todos los silencios que la calle nos deja...

Yo brindo.


Y sino entendió lo escrito... solo deje por un rato que el silencio sea su sonido...

viernes, 22 de abril de 2011

Enredadera de oraciones (Sobre el rocío y un Abril)

El, recién despierto, enredaba sus pies ajados por el áspero velo de sus sabanas. 
Las sabanas arropaban solo a sus pies, fríos, de soledad y de mañana de Abril.
La mañana lucía una luz azul.
La luz, apagada por el día nublado, se filtraba entre los filetes de la persiana.
La persiana estaba oxidada por las lluvias constantes que pueblan al otoño de rocío.
Rocío tocó el timbre y aceleró el comienzo de su mañana, sin siquiera darle tiempo a el de cepillarse los dientes.
Los dientes de Rocío chocaron abruptamente con los suyos en un beso brusco, de improviso, que no tenía la habitual frescura del cariño tibio que se profesaban entre vinos y cafés de trasnoche.
El café en el bar se demoraba y ella jugueteaba con el mantel.
El mantel fue violentamente profanado por el mozo que les ofreció la carta.
La carta que Rocío le había dedicado en su primer cumpleaños decía que lo amaba.
 - ¿Me amas?-  preguntó el, jugueteando con el café y la cuchara.
Acucharados los dos, enredados entre piernas, vientres y olor a miel, solían llorarse su devoción, noche a noche.
La noche llegó y el seguía en el café, llorando por Rocío.
El rocío seguía jugueteando en la ventana, mientras la noche de Abril cantaba un tango de húmeda despedida cruel.

El, recién despierto, al día siguiente, miraba sus pies, que ya no se le enredaban.

Y si no entendió lo escrito...    

lunes, 18 de abril de 2011

Peleando conmigo

Lo que falta es esa pausa para pensar en lo que viene.
Lo que falta es esa hora en donde nada alcanza.
Lo que acusa es el llanto que sostiene
el grito de dolor que no se lanza.

Me repito en el río,
me desarmo en medianoches.
Me rearmo, me suicido,
me extingo entre reproches.
Me sostengo.
Me acaricio.
Me enamoro.
No es lo mismo.
Y camino por mi casa,
y vomito homicidio,
y sonrio y no alcanza.
y me extingo al abismo.

Lanzas,
amarras,
amigos,
horas,
señuelos vencidos.
Piedras,
rincones salados,
van cantando su historia
entre los tejados.
Y aunque las oraciones a veces no alcanzan,
voy haciéndome danza para los dejados. 

El susurro de un buen vino.
las almohadas que se mecen,
la caricia de las charlas,
la rutina del vecino,
van contando en mi guitarra
la canción de mis aullidos.

Y entonces presiento: 
el tiempo es cobarde,
pero en su fuego arden,
con tiempo, 
las penas.

Y del desamor nace 
también 
un romance.
Con los callejones,
la niebla y mis rejas.

Peleo con mi destino
de perpetuo desencanto.
Un olor, un sonido,
que me gusta tanto,
que a veces me canso...


de mi mismo.


miércoles, 13 de abril de 2011

Que la tormenta nos moje

El flaco se sentó en la esquina. Palpitó un cigarrillo. Lo prendió. Peinó el humo con sus llagas.
El cielo tronaba y desde lejos relampagueaba su ironía y su tormenta. Una tormenta pesada, de verano confundido. De noche agónica.

Cayeron pidiendo permiso las primeras gotas.

El flaco cubrió el cigarrillo y haciendo "cuevita" siguió fumando como si nada. La gente se apresuraba a dispersarse. La calle misma era una huida cobarde.

Llovió mas fuerte.

El flaco, sentado sobre el borde del cordón, miró llover y no hizo nada. Ni correrse a buscar guarida ni dejarse llover. Sentía como la lluvia lo esquivaba. Lo omitía. El permanecía seco, mientras el asfalto desbordaba.

Su pelo, estoico. Su camisa, impoluta. Su nariz, inocente.

Diluviaba.

Los desagües desbordaban. El asfalto lentamente, desapareció del horizonte. Solo agua. Agua en la calle y en la vereda. Agua entrando por los kioscos, las farmacias. Agua entrando en los palier de edificios de expensas altas y en las puertas descascaradas de las casas chorizo. Agua arruinando peinados, fundiendo motores de autos mal estacionados. Agua corriendo maquillajes.

Agua.

El flaco, nada.

Bocas desesperadas tragando el aire a bocanadas. Manotazos de ahogado mientras el mar se hacía uno con la calle. Camiones enterrados por la marea. Muebles desbordando por las ventanas. Oficinas vomitando computadoras y legajos, diarios desechos, basura reptando entre la corriente. Agua colándose entre los techos y los lechos, jugando a las cataratas entre las terrazas.

El flaco,
hombre submarino, 
permanecía estoico, pero seco.
Dió sus últimas pitadas al cigarrillo y lo apagó contra el filo de la vereda sumergida.
Miró entonces cara a cara al océano profundo que desguazaba las calles de su barrio.

Tuvo unas ganas terribles de gritar.

Lo hizo.

Se ahogó.

Y sino entendió lo escrito...  

lunes, 11 de abril de 2011

Canción de cuna

Madre hace crecer las hojas pero las hojas caen en el estío.
Madre canta canción de cuna pero la cuna va vistiéndose de olvido.
Madre gasta sus ojos.
Sus caderas se vencen,
vicia su aire,
marchita su aire.
Madre enferma.
Niña arde.
Niña arde sola.
Teme al viento.
Pasa las horas, soñando cuentos...
pintando tomates.
Niña llora abrazos distantes.

Niña es madre ahora.
Sus manos ajadas abrazan cobardes.
Niña tocaba el piano.
El piano es leña agresora.
El Do, el Fá....
Callan la aurora.

Niña es madre ahora.
Madre niña...
Madre enferma.
Caen sus hojas.

El viento sopla afuera.
Los vidrios transpiran rocío.
El cielo tiñe su olvido,
Madre danza sus retazos.
Prisionera del tiempo y sus lazos,
atada a su cuna captora.

La abrazo.
Ya es hora.

Y sino entendió lo escrito...

viernes, 8 de abril de 2011

Abulia

Te pido que me avergüences, que rompas las recetas y me mires con tus labios y me apuntes con tus ojos y no mientas.
No me pidas que sonría, no me mientas. Desnudame y paladeá mi pecho franco, abierto como un naufrago o cerrado como un relicario, no importa. No mintamos.
No me pongo colorado, sigo acá, tristemente acostumbrado a tu caricia de ocasión. Sigo acá. Acallandome los gritos para no interrumpirte el almuerzo. Vomitame el almuerzo en la cara. Reite de mi gesto parco. No me pongo colorado.
¿No ves como arden mis clavijas, suplicando arrastrarte hasta algún descampado hasta subirte la pollera y empatarle al mediodía? No. No me ves.

¿Y yo? ¿Me veo? ¿Que hago?

Yo acá estoy, disimulando. Jugando el juego de la camisa planchada y el horario. Acá estoy. Untándole veneno al calendario.

Y vos ahí, acostumbrada... y yo acá, agarrotado.

Quisiera cantarte una serenata,
o escupir colores verdes y arruinar manzanas de un solo bocado.

Y vos ahí agarrotada... y yo acá, acostumbrado.

Que poco tiempo le queda a nuestra mañana. Que poco tiempo. Que mal usado.

Y sino entendió lo escrito...

lunes, 4 de abril de 2011

Asesinato

Tus ojos gélidos se tropiezan con el abismo mientras el frío acero de mi daga te atraviesa el vientre.
Te miro fijo: Asegurando que mi fuego sea tu último testigo.
Hundo mas el puñal hasta dejar respirar su punta por tu espalda. No brota sangre todavía pero ya estás paralizada.
Con mi otra mano te ciño la mandíbula.
 La fuerzo casi hasta quebrarla.
Atesoro tus últimos sonidos, marea de súplicas, insultos, pedidos de auxilio.
Entrego a su suerte el cuchillo, irremediablemente hecho uno con tu abdomen.
Te beso la frente.
Suelto tu cara.
Te miro.
Nada.
Inerte.
Presa todavía del pánico y la sorpresa,
 pero sin sangre en tu vientre.
Entonces te tomo por el cuello y mientras mi navaja todavía te atraviesa, empujo con mis yemas el aire que galopa tímido entre tu pecho y tus fuelles.
Nada.
Sin sangre.
Sin muerte.
Te golpeo hasta astillarme.
te mancillo hasta olvidarme...
Nada.
No hay suerte.

Agitado, te miro. Con mi puñal atravesado, con mis dedos enmarcados...
Parada... de frente.

Te reís.
Finalmente te reís, soltando una carcajada purpura que burbujea en mi camisa, bañada en sangre.
Mi sangre.

Voy soltando mis últimos suspiros a la parca medianoche...
Tus ojos gélidos atraviesan con frío destino de acero, mi vientre que derrama mi linaje.

Y mientras voy dejando ocre en los mosaicos,
recuerdo una verdad tan simple como el abecedario.

Solo puede morir quien ha vivido.
Solo puede sangrar, el que fue herido.

Eso es estar vivo.
Dignarse a ensuciar el piso con la propia sangre.
Lo demás muere, pero solo en el olvido.
Lo demás... es para cobardes.

 Y sino entendió lo escrito...

viernes, 1 de abril de 2011

Desayuno

El café besó los bordes de la taza apátrida y jugueteó con los filos de la leche que espumaba la mañana.
El miró por la ventana mientras se bebía de a sorbos a sí mismo.
Suspiró.
Dio vueltas apagadas sobre las hojas del diario.
Jugó a leerlo.
Ensayó un lector ensimismado.
Bebió otro trago de café, mientras la conversación de los extraños se le escurría entre los labios.
Otro trago.
Se bebió sus opiniones.

Mojó entonces la medialuna, que amigada entre la espuma y el bocado, goteó manchas de café por sobre el mantel pulido y claro.

Lo miraban. Se sentía observado.
Podía casi adivinar con las cejas como esos ojos flechaban su desgano.
Arqueó sus uñas.
Apretó sus dientes contra el paladar y murmuró algo.

Tenía que pagar, dejar propina y huir de ahí. Tenía que escapar del bar aquel antes que esos ojos terminaran por matarlo.
Si seguía sentado en esa mesa, el venenoso testigo de su desayuno iba a terminar por intoxicarlo.

En un rápido gesto y sin mirar pidió la cuenta, suplicando que la moza haya visto su reclamo.

Cerró el diario.

Su mirada clavada en el mantel.
Sus ojos, cegados por el pánico.

Sintió tres pasos hacia el.

En un descuido alzó la vista.

Lo miré...

Siendo su autor, su dios y su asesino,
eché a los testigos del bar aquel, y reescribí para el preso un vino
que apoyé sobre el mantel.
Con mis letras pagué la cuenta y seguí mi camino,
dejando al desayunante solo...
Con  el eco de mi tinta punzando sus latidos.

Y sino entendió lo escrito

martes, 29 de marzo de 2011

La prisión autópica

Suele pasar, que los sujetos andamos por la vida, demasiado envueltos en el predicado.
Demasiado ocupados en lo importante, en nuestros estigmas, únicos, irrepetibles.
Envueltos en ese eje que habita nuestra vida, caminamos ajetreados por la autopista de la Autopía.
¿Que es la autopía dira usted?
Pues bien, la autopía es la utopía autómata que nos rige.
Es esa meta ciega, que nos pone, cual zanahoria delante del burro, un solo camino para arrastrar nuestra humanidad.
Es utópica, como todos los buenos deseos, pero automática, como la mayoría de las equivocaciones.
Y en esa autopía que nos rige, nos embarcamos, como ensayistas de la ceguera (y de eso ya escribió Saramago) dispuestos a pisar cabezas, tropezarnos con los extraños y amedrentar a cualquiera que se cruce por esa vereda.
La autopía, y esto es lo triste, esta signada por pequeñísimos ( y no digo pequeñísimos por pequeños) desvelos, tales como la soledad, el amor, el hambre o la falta de sueño. Y engendrada por estas pequeñas gotas de humanidad, se disfraza, autopicamente, de única.
Todos nos creemos inigualablemente irrepetibles.
 Pero lo cierto, aunque suene a verdad de almanaque, es que en el fondo, estamos engendrados por las mismas gotas.
Nos sorprende cuando un extraño llora. Nos incomoda. Nos molestan las voces en alto. Porque son ápices de humanidad que nos sacan del letargo. Es entonces cuando se nos plantea el desafío... ¿Miramos, o pasamos de largo?
¿Miramos como un pibe que se esta cagando de hambre nos pide una moneda? ¿Lo miramos al centro de los ojos? ¿Nos dejamos partir al medio por el? ¿Hacemos como si no pasara nada si alguien se pone a cantar en la vereda en voz bien alta, o cantamos con el? Cuando nos cruzamos con algún ex-cotidiano, ¿Le preguntamos realmente como está o rogamos por un autómata "todo bien"? ¿Miramos realmente al moribundo enamorado? ¿Al furibundo que discute la injusticia del vuelto de tres centavos? ¿Miramos como se nos cagan de risa los diarios cotidianos con su infopánico patentado? ¿Miramos el mundo en el que estamos parados? ¿O estamos tan sedientos de nuestra autopía que no tenemos tiempo para perder? ¿Acaso no nos damos cuenta que encima la autópica bastarda se va achicando hasta apretarnos la garganta? ¿Miramos como va perdiendo su condición utópica hasta simplemente transformarse en automática?  ¿Llegamos a observar como la corbata se transforma en mortaja, la vocación... en expensas, la profesión... en llegar a fin de mes?
¿Hasta donde creemos que nuestra autopía es solo nuestra? ¿Cuanto tiempo vamos a pasar sospechando de nuestras diferencias hasta acercarnos a nuestros parecidos? Si son tantos... tan enormes. Si somos todos, en el fondo, lo mismo...
Ojos que lloramos algún abrazo partido...
Llanto que mamamos por miedo a no ser queridos...
Grito que gritamos por querer ser escuchados.
Soledades que se piden un resguardo.

El vals de las ojeras

El asfalto le va humeando su resignación a la jornada.
La medianoche, tibia, se va esparciendo por las casas.
Los semáforos ya le silban su vacío a las calles desterradas.
Todavía resuenan entre los adoquines los pasos canallas de los transeúntes.
Lentamente va muriendo Buenos Aires, para reencarnar mañana.
Y yo acá,
agitado,
revuelto,
signado,
Respirando el barro de la noche como un buho desmadrado.
Bailando con el silencio un tango amargo.
Cruzando insultos con las sabanas,
amedrentando a las almohadas,
jugueteando zigzagueos entre el sueño y el letargo.
Ovillando desconfíos y deshilachando reclamos.
Olvidando.
Rozandome los pelos de la barba para reconocer quien hay debajo.
Soy amigo de la noche y el desvelo.
El otoño, canción de cuna del destierro,
es por las noches, mas humano.
El verano, se hace fango y confiesa, en la nocturna, sus secretos.
La luna es mas humana en los inviernos.
Solo la cándida primavera es mas amiga del celeste calendario.

Pero la primavera es estación para el almíbar y sus besos.
Y lo confieso...
yo soy mas bien, otoño.
Amigo del piano y su descenso.

Y sino entendió lo escrito...

domingo, 27 de marzo de 2011

Pentagrama perdido sobre sábanas difusas

Te quiero desnuda.
Frágil o desafiante.
Te quiero aliada.
Con tus ojos perdidos
en el día sumiso,
en la noche esquiva,
en la tarde errante.

Te quiero desnuda y en silencio.
Con tus piernas enredadas en las mías,
y tus manos astilladas en mi fuego,
o en mi parco cadáver.

Te quiero desnuda y dentro mio.
Te quiero afuera, temblando,
con tu cuello cautivo
por mi lengua asaltante.

Te quiero lejos y cerca.
Sincera.
Descansando del invierno
junto a mi corazón herido.
Con mis manos enredadas en tus caminos...
y tus uñas alertas
astillando mis sentidos
aprovechando mis olvidos,
jugando con mis compuertas.

Te quiero así también...
como quieren los cobardes...
con agónicos sonidos
y miradas entreabiertas.

Te quiero desnuda
por sobre todo,
porque estoy harto de ver tu vestido.
porque soy carne también,
te quiero desnuda,
dentro mio.

Y sino entendió lo escrito:

viernes, 25 de marzo de 2011

35 veinticuatros

Hoy, por si hay algún distraido que vive en Lumilagro al 300 no lo sabe, se conmemoró el trigésimo quinto aniversario del comienzo de una historia que no se puede olvidar. Hoy hace treinta y cinco años, la junta militar comandada por Videla, Massera y Agosti, iniciaba su reinado del terror y asumía el poder  bajo el manto impune de las armas.
Hoy, hace 35 años comenzaba una época nefasta para este país. Quedaba suscripto el activismo político. Pasaba a mejor vida la expresión real de los artistas. (Quizás había lugar para rambito y rambón y los almuerzos de la señora) y se iniciaba "el proceso de reorganización nacional".
Y mientras las veredas suspiraban su calma de mortaja y los susurros cantaban la canción del "algo habran hecho", por debajo de la alfombra, se secuestraba, se torturaba, se apropiaban de bebes, se picaneaban fetos. Se destrozaban familias. Se intoxicaba a la política hasta transformarla simplemente en un "No te metas en cosas raras", como si la militancia, el activismo, o simplemente el tener un pensamiento individual, formase parte del mundo de los culpables. De los quilomberos. De los terroristas. Los sospechosos.
Y así, envueltos todos bajo la lupa y el cañón del gran hermano, los porteros de edificio reportaban movimientos extraños y las agendas pasaron a ser listas de la muerte.
"Los ellos" tenían el poder absoluto y la impunidad suficiente como para ser jueces, jurados y verdugos de cuanto ser humano se les cruzara. Muerta estaba la democracia. Muerta estaba la libertad de expresión. Muertos estaban los derechos humanos.
Hoy... 35 años después, se escucha a tanto pelagatos hablar de falta de libertad de expresión. Se mastica tanta mugre cuando algunos barrionorteños hablan de inseguridad... Se vomita tanta ignorancia cuando se habla de "la dictadura de los K". Hoy, en la plaza, escuche semejante barrabasada... "La dictadura de los K" Me encantaría saber que haría un ignorante de semejante calaña, si de verdad estuviera viviendo una dictadura como la que le tocó vivir a la Argentina desde Marzo del 76 hasta principios del 83. No se dan cuenta ( O aun peor, no quieren darse cuenta) de que en una dictadura, simplemente les sería imposible estar cantando semejante idiotez en el medio de una plaza.

Ya bien lo he aclarado, el que suscribe es Kirchnerista, militante activo, y un apasionado de la discusión política.
Pero esto que escribo no parte de mi convicción, ni de mi ideología. Ni siquiera de mi militancia. Esta pequeña reflexión que me permito, desde este, mi útero letrado, es simplemente un principio que creo inclaudicable:
Desde que recuperamos la democracia, los 24 de Marzo, están para ir todos juntos a la plaza y recordarles a aquellos que por lo bajo se siguen relamiendo con volver a esas épocas, que NUNCA MAS el pueblo va a volver a permitir que decidan por el. NUNCA MAS se llevarán las vidas de 30.000 personas. NUNCA MAS sin democracia. NUNCA MAS el poder tomado con la fuerza de las armas.
Y aquellos que confunden los 24, con un día para salir a cantar incoherencias, en su afán bajo de sumar algún adepto mareado por las circunstancias, deberían hacer uso del maravilloso ejercicio de la memoria.
La memoria, arma y bandera de los pueblos que saben aprender de su historia, para abrazar sus aciertos y no caer bajo el filo de la misma daga asesina que todavía se relame, haciendose fuerte detrás de la intolerancia, el odio, el miedo y por sobre todas las cosas: el "no te metas".

Que el 24, siempre recuerde que este pueblo no va a dar ni un paso atrás.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Buenos Aires cuando llueve

Cuando llueve
las calles se patinan de miradas al destino.
Se blanquean  los pecados...
Se pierden por el camino.

El mundo parece un lugar mas justo.
Un nidal menos distante
cuando llueve...
los cobardes se escapan de su luto
y chapotean presurosos en la jungla discordante.
Se los ve nerviosos, es cierto.
Pero vivos...
mucho mas despiertos que en el verano agobiante.

Cuando llueve, el cielo llora sus ocasos,
y la tristeza de los mansos tiene acompañante.
Las ventanas, las guaridas,
las esquinas, las avenidas,
limpian todas sus mentiras
y rocían, comedidas,
sus verdades de viajante.

Cuando llueve,
Buenos Aires se sincera.
Se muestra opaca,
simple,
tanguera.
Y yo cabalgo por sus calles,
aprendo de su escuela.
Me empapo de su historia,
me recibo caminante,
y salpicando a los extraños
de sonrisas y melanco,
me calzo las espuelas.

 Y si no entendió lo escrito:

lunes, 21 de marzo de 2011

El grito de las cigarras y el sonido de los grillos

El día ya se desilachó por sobre los tejados.
Los grillos juguetean en mi ventana.
Yo estoy desnudo, transpirado,
envuelto en un cigarrillo que me amamanta.

Y un oleaje verde,
de recuerdos ahogados
y caricias vacías
de repente... se me sube a la garganta.

El recuerdo tiene el gusto de todo lo perdido.
Lo mastico con silencioso desgano.
Por la ventana,
súbitamente,
 nace un silbido...
y yo lo escucho como un pájaro lejano.

El silbido va creciendo entre las hojas...
Solitario...
 noctambulo,
sus ramas marchitas se esparcen por mi cuarto.
Una risa fría,
una dama roja,
carcelaria,
me atropella con sus manos de lagarto.

Su lengua reptil, se deshace en un grito.

Ese era el sonido, ¡Ese mismo!.
Con su filo devenido en medianoche gris,
me apuñala...
sin motivo.

Y yo...
todavía mareado,
me desangro.
Yo,
todavía aturdido,
me acobardo.

Bañando el parqué con mi tinta,
tanteo a ciegas las paredes de mi cuarto.

Encuentro entonces, una pared distinta.

Tiene un espejo.

El reflejo,
cruel destino,
solo a mi me pinta.

Solo a mi.

Todavia humeando, de a bocados, mi cigarro.
Bañado únicamente en lágrimas de tiza.

Solo yo.

Y mi tristeza,
que serpentea junto al humo...
me marea,
y se escapa en vuelo manso por la ventana,
hasta hacerse sonido de cigarras...
De esas cigarras...
que siempre andan dando vueltas.

Y sino entendió lo escrito..:

domingo, 20 de marzo de 2011

Carta abierta al extraño

Espero que entiendas cuando digo
que sin saber tu nombre,
sin haber visto tus ojos ni conocer tu historia...
Sin saber de tu pasado,
de tus amigos,
tus gustos,
tus miedos,
tu memoria...
Te conozco.

Espero que entiendas cuando digo
que sin haberte tomado de la mano,
ni hermanarme en un abrazo...
Sin compartir con vos un mate o un café...
o dos gotas en un vaso...

Sin haber oído ni una sola de tus notas cuando cantás bajo la ducha...

sin sentir el temblor de tu pecho, después de que un silencio te haya partido el corazón,
o escuchar tus alaridos por un amor que te marea como un llanto sin escucha...
Yo te entiendo.

Espero que sepas cuando digo
que esa soledad no es solo tuya,
que tu risa me ilumina los días mas nublados,
que tu hambre es mi hambre,
que tu lucha es mi lucha.

Espero que entiendas cuando digo
que aunque nunca te conozca,
ni te grite, ni te llore, ni te de la razón,
aunque nunca sepa de tus horas,
ni te bese, ni te roce...
Yo te amo con toda mi canción.

Y esa quimera que es tu fuego,
arde en mi hoguera.
Y esa antorcha que es tu sueño,
es también mi sendero de zapatos vencidos,
pero erguidos bajo el fango de una erupción clara...
como un tango de potrero
o un poema de ocasión.

Son tus pasos,
ajenos a los míos,
los que me hacen caminante.

Y espero que entiendas cuando digo,
que ese...
es el único camino disonante
ante tanta mala costumbre...
ante tanta falta de indignación.

Y... sino entendió lo escrito... 
no hay canción, ni rima que lo salpique, 
ni mentira, ni oración, ni bebida que se lo explique. 

sábado, 19 de marzo de 2011

Sonata para mesa de café, con una luna en re menor que los acompaña.

Estoy enamorado del baile juguetón que hacen tus dedos sobre la mesa del café. Febrilmente enamorado de tu ronroneo, música suave que sale de tu habla.

Estoy enamorada de tus ojos. De como te envuelve el desvelo la mirada. Del silencio; fuego incomodo que nos damos. De las pausas involuntarias.

Estoy enamorado de tu boca. De tus labios purpura y tus dientes que reclaman. Del roce pasajero de tu mano en una caminata.

Estoy enamorada de tus hombros y los míos, clavando sus agujas hasta derretirnos en un mismo fuego, asesino y nocturno. Enamorada de tus gritos y tus uñas en delirio, y tus sabanas, piel de seda que me envuelve y te envuelve, y nos abraza.

Amo tu sonrisa de recién despierta y tu mate, único desayuno.

Amo tu cara de hombre serio ante el diario mañanero y la caricia que la medialuna te devuelve cuando la bañás sobre la espuma del café con leche que te hice.

Me da miedo tu ausencia de ojos grises cuando te pregunto que te pasa.

No entiendo tu eléctrico desorden de papeles en el bolsillo y migas esparcidas por toda la casa.

¿Que quiere decir que hoy no nos vemos?

¿No me extrañás? ¿Que te pasa?

¿Porque mierda dejás siempre los puchos, como cadáveres a medio morir, todos juntos en el cenicero?

(...)

¡No te metas con mis viejos!

¡Es esa puta costumbre de masticar como una vaca!

¿Porque siempre que leés fruncís el ceño? ¿No ves?

No te entiendo.

Cuando estoy con vos me siento sola.

Cuando estoy con vos no siento nada.

(...)

Estoy enamorado del baile juguetón que hacen tus dedos sobre la mesa del café... este último café nuestro.

Estoy enamorada de tus ojos que me miran con sabor a despedida.

Y se callan.

 El mozo, desde lejos, mira perplejo como esos dos, intentan decirse algo, pero no saben decirse nada.

Y sino entendió: 


miércoles, 16 de marzo de 2011

Doble vida

Hay una vida que es la organizada.
Soy sastre de mi agenda y verdugo de mi almohada.

Hay una vida,
la discreta,
que es la que cambia lamparitas,
la que paga las cuentas.

En esa vida, hay una intrusa.
Otra vida duende,
que tiñe con su locura.
y aunque de mi no depende,
se transforma,
soltando sus retazos,
en mi musa.

Se hace poeta descarnada en momentos inconvenientes.
Mancha con su ácida navaja al transeunte de mis horas.
Persigue al calor de la imprudencia
y se viste como su delincuente.

Hay una vida,
es la que los hombres de ojos bajos llaman "sana",
que desayuna todas las mañanas
 y dibuja lineas rectas en mi mente.

Esa vida, lo confieso, no es humana.
Es un simple cordel que sostiene
el vértigo en los huesos que me llama
a pelearle el abandono a mi intemperie.

Esa vida, yo lo se, es una excusa...
Un traje...
Una madre...
Una reclusa...

Es necesaria.

Tristemente se asemeja a dormir de parado
o a contar ovejas...

Pero es antorcha en esos días carcelarios,
en donde mis colores amarillos me hacen daño
y los rosas se parecen a los años,
que con su eco me pintan de celeste.

Y "el que quiere celeste que le cueste"
dirán las viejas,
hampa mafiosa del calendario.

Y es que este duende, no quiere celeste
ni amarillo.
Solo quiere aprovechar el tinto vino,
que en un descuido,
la vida te regala a diario.

Y sino entendió lo escrito, quizas escuchar esto ayude...

lunes, 14 de marzo de 2011

Caminar llorando

Hoy simplemente caminaba por la calle...
No se bien si Humberto Primo o Carlos Calvo...
No hacía el frío suficiente ni el calor necesario...
Y de repente...
Lloré..

Lloré y lloré sin poder contenerlo...

Como un gato de tejado,
se me trepó a los hombros el peso del tiempo y la distancia
entre mis ojos y tus ojos.

Lloré, sin aire, entre los caminantes.
Sin vergüenza, me derramé ante los extraños.
Era el recuerdo del roce de tu abrazo,
el que apretaba mi garganta y me mordía los labios.

Llore sin vergüenza entre autos y semáforos.
Tu voz de viento se me hincó en el pecho.
Tu cara, manchada por el brillo del sol,
se hizo un hueco entre mi mochila y mi cansancio.

Lloré con un grito que solo yo escuchaba.
Aullaba, herido, como un lobo solitario que se siente acorralado.
Fue tu silencio el que me estalló en el tímpano.
Y sordo de impotencia, solo atiné a seguir aullando.

Lloré por las calles...
Me escurrí en las avenidas.
Caminé mis lagrimas.
Me lamí las heridas
hasta alejarme de tu puerta
y acordarme de la mía.

Hoy, en una distracción,
lo recordé...
Llevo conmigo
un dolor de muerte que me clavaste dentro.

Y que se desvanece solamente...
Cuando creo firmemente
en seguir caminando.

domingo, 13 de marzo de 2011

Una certeza

En un mundo rancio, con olor a naftalina y sabor a desconfío...
En esa búsqueda nauseabunda de confort a prueba de olvido,

de calor de invernadero.

En este rincón en donde los tacos han vencido a las ojotas...
Y las maquilladas apariencias le ganan al abrazo.

En este rancho
en donde los gauchos se relojean las boleadoras,
esperando con fortuna, ser el de la guasca mas larga
el tiento mas ancho y la bombacha mas corta.

En esta peatonal de cartón corrugado,
partera de susurros y sonrisas de mercado...

En esta antesala de escenario que regala primaveras, otoños y reclamos.

En este pequeñito,
infimo...
chiquito agujero en el que los mansos se regalan al silencio,
los presos a su carcel...
los tristes a su llanto.

En este calendario...
que amamanta mis momentos,
y los baña en miel tibia de ironía,
o los desviste al juego seductor del parpadeo,
el amor,
el delirio,
y su agonía.

En esta tierra,
llena de barro, de flores, de misterio, de días,
de hogueras, de almibar,
de besos, silencios, canciones, espejos,
locura, rutina...

En este techo,
mi único hogar...
En este río... mi único lecho.
lleno de ecos, pero también de melodías...
Tejido en sueños, y también en pesadillas.

En este,
mi trayecto...
solo una cosa viene con garantías:

El café con leche.

Y sino entendió lo escrito quizás escuchar esto ayude...

martes, 8 de marzo de 2011

No, woman no cry

La idea de un día internacional de la mujer surgió al final del siglo XIX, en plena revolución industrial y durante el auge del movimiento obrero. La celebración recoge una lucha ya emprendida en la antigua Grecia y reflejada por Aristófanes en su obra Lisístrata, que cuenta como Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra, y que se vio reflejada en la Revolución francesa: las mujeres parisinas, que pedíanlibertad, igualdad y fraternidad, marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino, pero no fue sino hasta los primeros años del siglo XX cuando se comenzó a proclamar, desde diferentes organizaciones internacionales de izquierda, la celebración de una jornada de lucha específica para la mujer y sus derechos






También se forjaron desde sus manos 
el acero, el vino, la seda.
También de sus manos, se tejieron mitos y se irguieron leyendas.


Las encarcelaron, las relegaron, las apagaron.
Las hicieron a un costado.


Ustedes...
Caminaron por la plaza, portaron sus bigotes khalandonos los huesos, 
flamearon, volaron, y hasta se hicieron ancla.


Con fortaleza de uñas largas, le hincaron las garras al destino.
Se lo adueñaron. 
Se hicieron uno con el uno y con el otro.


Militaron en el misero campo de la desidia, gritando hasta llagarse la garganta.
Les devolvieron el grito: Mina, yegua, hembra, fémina.


Las llamaron "esposa",
"desposada".


Ardieron bajo el fuego de la antorcha.
Les pintaron "viva el cáncer".


Y ustedes... 
escritas en la memoria de una joven formal siguieron peleando la batalla.


Y ganaron muchas.


Y acá están. Mirando al mundo cara a cara.


¿Porque entonces... si la lucha es la igualdad, se la celebra enlatando la bandera sectorial que las tiñe como mujeres y nada mas? Si son tanto mas que eso. Si ustedes, con su manto, su herencia, su desgracia... su rubor, su ladrillo, su rimmel, sus curvas (deliciosa muerte)...


Ustedes son nosotros. 


Será hora de arrojar el diploma a la vereda.
Sera hora de abrazarnos bajo un mismo fuego... 
 ... los estudiantes, los negros, los putos, los discapacitados,  los ancianos, los niños...
Las mujeres.


Los humanos



viernes, 4 de marzo de 2011

Un desteñido y su camino

-¿¡Que hacés hermano!? ¿Que es de tu vida, tantos años?-
El antiguo vecino, su compañero de vereda,
Lo quemaba al caminante desteñido,
en la viva hoguera del tiempo perdido.

-Acá. Yendo al trabajo.-
Lo miró con ojos presos,
deseándole una viva muerte al encuentro
y al testigo que traía consigo.

-Se te ve bien... mirá que linda pilcha... ¿En que estás laburando?-
Que te importa, pensó el desteñido...
¿que carajo le importa a este mal parido como hago uso de mi horario?

-Soy contador de una firma respetable.-, dijo. Y era cierto.
Después de todo, el respeto hoy no se gana... se compra usado.

-Mira vos... no te hacia de ese palo.-
De ese palo, le dijo.
Que vulgar olor a grasa de puchero le sale por los poros a este gordo...
pensó sin miramientos, ni afecto, ni reclamos.
Se le hacía, al desteñido, este momento
un  retazo de recuerdo ya lejano.

-Puede ser... pero viste como es la vida.-
Intento escaparse con una frase hecha, el descolorido.
Pero el imberbe gordo que alguna vez tuvo de vecino, sin piedad, le siguió replicando.

-En la cancha la descocías hermano...¿No te probaste al final en Argentinos?-
...

Y el potrero se le hizo yaga en el pecho al incoloro,
que abatido, se acordó de las gambetas bañadas en polvo de suela...
del baldío que fue su olimpo y el último reducto de su sueño desvalido...
Recordó las tardes de Spika y los olores del domingo.
Paladeo con arácnido descuido los guisos de su abuela.

-No...-
Solamente no dijo el trajeado desabrido,
y sus ojos grises,
neutros,
Se le envidriaron hasta ahogarse en mar de nido...
Su lagrimeo parco, se le hizo niño enmohecido...
Resignación...
Y finalmente olvido para disimular el desencanto.

-Bueh... te dejo tranquilo.-

Abrazo de ocasión y dos caminos,
añejos,
hundidos en la nostalgia del deseo apagado
por la resignación sobreviviente de un mundo,
que a veces,
 a los desteñidos...
se les hace descarnado.

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una corta y en Inglés

En palabras del libre pensador Gregory House:

"... If you wanna be special... you´ve got to be alone" 

miércoles, 2 de marzo de 2011

El ego y su repiqueteo

Hay días en los que me burbujea el alfabeto:

Días,
en donde mi barba me acaricia
y se relame a contrapelo de mis labios.
 Me dibuja, simple, concisa,
una sonrisa afable,
que le quita el aliento a los viajantes,
y le saca el peso a mis veintitantos años.

Días,
en los que cantar se hace preciso.
Y la bañera se hace una con el escenario.
Entonces naufrago en el mito de Narciso,
y espero...
con ojos bien abiertos
el sincero desengaño.

Esos días...
donde el humo del cigarro
se hace abrazo,
y mis besos, brillan juguetones,
salivando al mediodía como a un descanso tibio
con un chisporroteo manso.

A veces pasa, en esos días...
Me siento un navegante hermoso,
hecho de brisa...
que se zambulle al paso de las horas
con la alegría zigzagueante de una golondrina.
Y no le temo ni al pasado ni al hastío,
No me inquieta el ocaso.
No le huyo al frío.
Y mis manos se abren...
como pájaros de nido,
y vuelo libre entre el eco de mis pasos.

Esos días...
no son de Enero ni de Marzo...
son simples horas ofrendadas al destino...
en donde quemo a los extraños con el vino,
y le niego el pan a los fracasos...

 
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lunes, 28 de febrero de 2011

Esta es mi casa

Esta es mi casa
con ecos de charla en el living
y transpiradas muecas en las almohadas.

Un hogar forjado en la trinchera,
con vista al enemigo.
Un oasis de café por las mañanas.

Con un cuadro,
el abrazo obrero.
Carpani y su linea me recuerdan a mi nido.
Una caricia de trazo fino a mi socio, el calendario.

Un rimmel olvidado en el baño,
que manchando de oscuro olvido,
dibuja al desprevenido
grotesco desengaño.

Esta es mi casa.
Hecha de cocina con te de durazno,
con olor a desayuno en los mosaicos.

Acá vive también un amigo,
que deambula noctambulo por las noches,
afilando sus uñas en los parlantes de mi equipo...
Le maulla a mi recién comprada soledad,
cantandole el arroz con leche a mis domingos,
Y despertando al lunes con alaridos felinos.

Esta es mi casa,
hecha de algo mas que de ladrillo.
Erguida con el cemento frío y rutinario del día a día.
Arte de hombres que saben hacerse de la vida:
un rincón familiar...
una poesía...

Aunque a veces este nublado
y caiga sobre mi techo
el beso suave de la melancolía...

En esos días me repito...
Esta es mi casa.


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viernes, 25 de febrero de 2011

Cantará el pueblo la canción del natalicio

Te fuiste,
dejandonos una plaza llena de  fuerza y de cantos.
Te fuiste calcinante...
transformando nuestra sangre en almibarado llanto.
Cruzaste la muralla de los hombres
hasta gritarle a la historia que repita mil veces tu nombre.

Y no te fuiste...
Quedaste en el recodo de cada esquina,
como meciéndote en el viento y rebotando en la sonrisa
de los que portamos tu bandera con orgullo.
No te fuiste...
Explotaste hasta hacerte primavera de pueblo
que camina con la mirada firme.
No te fuiste.
¿Como no cantarte hoy, la canción del natalicio?
Si apenas te perdiste por un rato,
jugueteando... serpenteando en el camino,
Calcinando con el fuego de tu pasión de hombre leyenda,
al cobarde vividor de carteras,
al simio que entre varios se desviste.

Será tu nombre susurrado entre las hojas de la plaza.
Será tu historia,
que ya es parte de la nuestra,
la que marque con afecto a este militante... tu soldado,
que hoy intenta, como puede,
con las gotas que salpican tu destino,
continuar el camino que nos diste.
 

jueves, 24 de febrero de 2011

Acerca de los grises, los blancos y los negros...

Y es que no puedo.
Mis venas no me dejan.
La razón se me nubla,
las uñas se crispan.
las voces se me mezclan.
Aullan todos mis silencios.
Hasta mi saliva se sincera...
se pone espesa.

Los latidos, tibios,
como miel de abeja,
se me agolpan en el pecho...
Mis ojos pardos, se detienen en el asco,
o en el abismo frío del desengaño.
Y mis hombros se afilan, ritmo constante
de hombre que camina,
de cortos pasos de vereda sincera.
Y me incomodo en el fango de las apariencias,
y los grises se deshacen hasta quemarse...
derretirse
 en el fuego abierto,
en la llamarada humeante...

Y entonces en mi noche solo quedan
los blancos y los negros.
Sin sobremesa.

Y las verdades, no se callan...
se gritan... a los cuatro vientos.

Las apariencias se las dejo
a los que toman té en su pieza.
Yo soy hombre de crayón,
de manos extendidas al abrazo,
o puños batientes de corralón.

No me pidan amistades asesinas.
No me pidan sonrisas de ocasión.
Yo no puedo asomarme en la cornisa,
vistiéndome únicamente para cantar mi canción.

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martes, 22 de febrero de 2011

Puntos suspensivos

Están los versos, los cuentos, las anécdotas,
las metáforas, los enigmas, los haikus,
los resúmenes, los manuscritos, las novelas,
las obras, los dichos, las citas de autor,
las adivinanzas, las fabulas, los diarios...
Están hasta las frases de calendario.

Está el anotador de mi cuarto y hasta la laptop del trabajo.

Están los teclados... las lapiceras,
Está el liquid, el borratinta, la goma,
la tachadura encubierta.

El alfabeto, el símbolo, el dibujo.

La firma, y hasta el resaltador que nunca uso.

Y sin embargo hay días, que lo único,
lo verdadero,
es agarrar algún agujero y poner en el asunto:

. (punto)
. (punto)
. (punto)


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lunes, 21 de febrero de 2011

Sobre el sexo, Volumen I

Coger:
Terminología: "Uh que ganas de cogerte toda"

Involucra sudor, es físico, con dos gotas de pasional burbujeo estomacal. Puede (o no) surgir la imperiosa necesidad de verbalizar los propios deseos o fantasías, así como también pueden surgir epítetos casi despectivos a la hora de transformar en palabras, los mórbidos deseos.Cuando se termina de coger, suele cerrarse la oferta con un reposar desnudo, transpirado e inmovil, acompañado de una caricia algo distante pero presente.

Hacer el amor:
Terminología: "Quiero hacerte el amor"

La actividad física es mas aleatoria. Suele tener picos de lujuria y desasosiego, seguidos de miradas asustadas, contemplativas y abrazos con olor a crayón o a patio de recreo. Las manos cobran un protagonismo febril en este proceso ya que las caricias se agolpan en las puertas del aliento, y un fervor hondo como un pozo nos invade y nos devuelve solo un grito. "Sos mia. Acá y ahora, sos mia y solo mia. Este momento nos pertenece y yo te pertenezco a vos". Es costumbre cuando se hace el amor, estar de lleno con la otra persona, pero puede suceder que alguno de los involucrados, se evada del electrico momento para perderse en una catarata ingobernable de preguntas sin respuesta que pueden (o no) ramificarse hasta el orgasmo.

Copular:
Terminología: "Necesito copular" 


Es el deseo hecho carne. El instinto básico y primitivo del deseo. Bajo, amigo del dolor de estomago. No suele pedir explicaciones ni atender a reclamos de buenas costumbres. Es la garganta seca que se queda afónica pidiendo agua. No necesariamente los interesados en copular deben de tener un motivo avalado o un deseo prolijo para acceder al acto. Esta batalla del impulso tiene, como gran placer, responder simplemente al punzante reclamo horizontal sin atender otra lógica que no sea esa. Suele suceder que el sujeto desee copular después de un tiempo alejado de lo prudente sin tener sexo. La necesidad de copular suele manifestarse después del mes de estática.

Atender:
Terminología: "¿querés que te atienda?" o "Necesito que me atiendan"

Suele tener un sujeto activo y un sujeto pasivo en el proceso. Ya que alguien esta siendo atendido o bien, alguien esta atendiendo. Para aquellos que toman el rol de sujeto atendido, la jornada es egoístamente placentera. El atendido suele solicitar impunemente que le hagan tal o cual cosa que es de su agrado, así como juzgar como lo están atendiendo de acuerdo a cuanto placer estén sintiendo en el momento. El atendedor, si bien se dedica mayoritariamente  a dar, puede (o no) encontrar un morboso placer en el oscuro desafío que su cabeza le confiere: Ser el mejor atendedor. El que mas y mejor placer le ha proporcionado al sujeto atendido. Suelen encontrarse atendidos en sujetos que acaban de terminar una relación y necesitan de manera urgente reencontrarse con algún tipo de sensación de placer. Los atendedores suelen ser hijos del bajo autoestima que necesitan constantemente de una aprobación ajena para reconfirmar que sus almitas no se están derritiendo en la heladera.

Realidad y confiabilidad en la verosimilitud de lo antes dicho: 24%


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domingo, 20 de febrero de 2011

Doncellas de sábado

Ellas caminan con pasos de taco alto.
Caminan con sangre en las suelas y se abren paso.
Bañadas en rimmel y en perfume dulzón y rancio,
coquetean con el olvido, y se ofrendan al descaro.

Ellas son amigas del pútrido Palermo,
teñido en Hollywood, asqueado en Soho,
lejos, muy lejos del Viejo.

Ellas sonríen con sonrisa de almanaque,
con mueca gastada, lánguida, berreta.
Sonríen al ojo imaginario, que seguro las acecha.

Ellas beben de la mueca burda.
De esa papeleta desecha que tienen por documento,
que poca prueba entrega de que son seres humanos.

Ellas beben...
Y se pierden, y se enredan,
hasta esculpirse en sombras que la noche les presta
para ocultar sus huecos y disimular sus pecas.

Salen a la caza de miradas que las peinen, que las mastiquen,
de otras miradas tan secas y pequeñas como las que ellas mismas visten.
Juegan en el ruidoso fango de los sábados.
Juegan el juego del silencio...
 y al ebrio descarado que las desnuda inadvertido,
lo miran con desprecio,
como si les debieran algo.

Ellas,
tristes,
vuelven a sus casas de cartón,
o de paja,
y se sinceran en las sabanas mientras las lagrimas les corren el rimmel.

Entonces ellas sueñan, con algún hombre de carne y no de estaño,
que quizás camine con algo mas que pasos.

Y entonces algún cuerpo cobarde, vuelve del baño o la cocina
y las desviste
 mientras ellas se tragan el llanto.

Las besan.

Las besa un labio ausente.
Les hincan el diente... como probando un bocado.
 Las penetra una lengua seca, amiga del alcohol y del cigarro.

Finalmente el orgasmo nunca llega,
 y el vacío les devela el desengaño.

Tendrán entonces que esperar a un nuevo sábado para calzarse las espuelas.
(No sea cosa que la soledad las mastique
 y el opaco roce del silencio les acaricie el destino).

Y mientras la semana se les pasa como un gato de vereda,
el espejo cada día les devuelve menos sueños.
Y el otoño, gota a gota,  las va callando.

Ellas,
las doncellas de sábado,  presas de su rimmel...

El vacío de Palermo, las destiñe... y lentamente...
de ellas...
solo queda el sonido de sus tacos apagados.

(Cuanto mas bellas son las mujeres de martes).


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viernes, 18 de febrero de 2011

Sinfonía del sabio calendario

Se siente como una gota de silencio cayendo sobre el pecho.
Tiene olor a cuerpo sudado y añejo.
Es como una mano que flota en el aire.
Como un ruido lejano, una charla distante.
Una mordida en la garganta.
Un peso en los hombros.
Un atardecer de enero.
Es como un abrazo parco... como un beso muerto.
Tiene sabor amargo, de saliva acobardada.
Como un gran suspiro largo, que va soltando el aire hasta hacerlo humo.
Con cada mate mañanero se va destiñendo...
vestido gris que decanta en un verde manso.

En algún momento y mientras va disimulando, el desamor, se hace ceniza...
y se vuela con el viento del olvido hasta hacerse cicatriz.
Luego marca...
luego letra noctambula.
Y por último, se hace recuerdo tibio, resignado.
Cada tanto burbujea un aguijón entre los labios,
pero suele deshacerse en el medio de la mañana.
Y va esparciéndose, como un átomo de polvo que vuelve a su origen...
para dar lugar a la sonrisa...
canción final del recorrido.
Sinfonía del sabio calendario,
que con sus pasos,
transforma todo amor
en casi nada.

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lunes, 14 de febrero de 2011

El grillete

A ver si te animás a sacarte los cerezos de la frente...
A ver si con un grito podés romper con los días y la gente que se pudre en tus mejillas...
A ver si descolgás esa sonrisa de circunstancia imprecisa.
De amistad pasiva. De inmunda y cómoda tibieza.
Añeja.
Rancia.
Espesa.
A ver si te veo alguno de estos días... desnudo, con los pies embarrados por la risa.
¿Cuanto tiempo mas necesitas caminar por la cornisa de un otoño destemplado?
Te estoy estrechando la mano de la locura, durazno de mis días.
Correr y no escapar, amigo... yo te acompaño.
Soltá el grillete del confort y el té de asno.
Rompamos con el peso de tus hombros y llenemos este aire de arándanos.
¿No te das cuenta que nadie escucha tu anécdota de ciegos?
¿No podés ver como tus hilos se van haciendo muecas en mis manos?
¿Crees realmente que el mundo tiñe tus vicios?
¿Cuanto tiempo mas vas a estar esperando a que en virtud a tus años de servicio, los mortales decidamos que es preciso hacer de tu historia algo sagrado?
Nada mas triste que un hombre que se pasa la vida contando cuentos de si mismo,
rezándole por dentro a su melancolía que desaparezca por un rato.
Querido amigo, lloro por vos que no sabés beber de tu llanto, para brotar en nuevas alegrías.
En tu honor, cobarde, también es que yo reencarno.

Y sino entendió lo escrito, quizás escuchar esto ayude...